viernes, 15 de marzo de 2013

FOTOGRAFO PRESIDENCIAL El ojo de la democracia



Victor Hugo Bugge retrató a los hombres que hicieron la Argentina. De las cubetas al chip, tres generaciones que hablan por sus fotos.
por 
José Luis Gallego

Por su lente pasaron todos los encargados de gobernar la Argentina de los últimos treinta años. Hijo y padre de fotógrafos, integra una familia nacida para la cámara. A medida que comienza el reportaje, Víctor Hugo Bugge va delineando una foto en la pared de nuestra charla. 1962, la cocina está teñida de rojo, él es un niño de seis años paralizado en un ensueño, atrapado observando a su papá manejar la ampliadora. El papel emulsionado bucea luego en el ácido y los tonos mágicamente van dibujando a un futbolista con los pantalones más arriba que el ombligo. 

“Caminaba entre cubetas y ampliadoras. Mi papá fue uno de los fotógrafos que entre los 50 y 80 más fotos de fútbol sacó. Tenía un laboratorio en casa. Copiaba, enmarcaba y se las vendía a los jugadores. El viejo “chivo”, modismo de la época del palo del periodismo. Mi viejo laburaba para su diario y además, en la semana enmarcaba los retratos y se los llevaba a los jugadores. Terminaba la cena y la cocina se transformaba en un laboratorio, copiaba 50 x 60 cm, coloreaba con un pincelito, mi viejo, un maestro”. 

Miguel Bugge, maestro fotógrafo que conoció el San Martín histórico de calles de tierra, gallineros y potreros, cuando San Andrés era sencillamente el barrio del golf. Un padre pionero, que con el arte hecho oficio, inspiró al fotógrafo cronista de la democracia argentina.


Víctor Hugo Bugge estudió en el colegio José Hernández. Su primera pasión, antes que la caja oscura, fue el fútbol y por supuesto, Chacarita. “El Pelado” le decían y llegó a jugar en las inferiores de River.

-¿Es posible elegir una sola foto?
-Se me van a poner nerviosas las otras (risas). Lo mío es un relato que lleva treinta años, no es común que alguien tenga registrado treinta años de un solo tema, entonces elegir una sola foto se me hace imposible, va contra mi formato. Ahora estoy tratando de manejar una edición y no bajan de cien y, consultando con los compañeros, igual, menos de 100 fotos no logro editar. Son fotos contundentes si las ves no te va a faltar nada.

- Ya pasó un cuarto de siglo desde que volvimos a la democracia ¿Cómo recuerda ese día histórico?

-Veníamos del Proceso, de Malvinas... En lo profesional lo viví con alegría porque la Asociación de Reporteros Gráficos me eligió para cubrir para todos los medios la transmisión del mando, fui reconocido por mis colegas, además de vivir emocionado por el momento histórico. Ser responsable del traspaso del mando, fotográficamente hablando, ¿no? 

-¿Cuál es la diferencia entre fotografiar a un militar y a un civil?

-La diferencia es abismal. El único contacto real que hubo entre los presidentes de facto con la sociedad fue Malvinas, en la primera y la segunda marcha. Es más, la última marcha que hubo para preguntar qué pasó fue reprimida. La diferencia existe. En definitiva Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Kirchner, Cristina, están en contacto directo con la gente. Esa es la gran diferencia, mas allá que haya gente que no esté de acuerdo con ellos. Pero el contacto con la sociedad es una realidad en la democracia.

-¿Notaba en los retratos de facto, que se estaba terminando el gobierno militar?

-No sé si lo noté en las caras. Debido a los años acá adentro lo percibí más en el ambiente, en el microclima. El microclima a veces me da la posibilidad de percibir. En esa época los cambios eran, Viola por Galtieri. Estaba anunciado pero no le pusieron fecha y hora. En un momento determinado amanecimos con que Viola no estaba más. No había posibilidad de percibirlo en las caras en esa época.

-¿Qué momentos le quedaron grabados en el alma?
- En un momento determinado hubo un militar que se sintió civil, “el general de la Nación”. Fue Galtieri cuando vio la Plaza de Mayo llena de gente. Yo tuve esa sensación... él abrió los brazos como Perón ¿Galtieri en el balcón de Perón?, donde uno decía ¿qué esta pasando? Otro momento emocionante fue con Alfonsín en el Cabildo el día que asumió. Con la cámara fui el testigo absoluto de la situación. Bignone entregándole la banda a Alfonsín y, de ahí para acá, con todos los cambios, por suerte democráticos.


-¿Cuáles fueron las fotos más duras?
-La primera vez que fotografié a un presidente llorando, Menem frente a la tumba de Carlitos. De la Rúa yéndose en el helicóptero, cosa que nadie tenía prevista. Toda la seguidilla de presidentes que vinieron. No te olvides que tuvimos cinco presidentes en una semana.

-¿Qué cambió de su trabajo con la llegada de Néstor Kirchner?

-Su estilo “ruptura de protocolo”, me obligó a estar re atento, porque el hombre salía para cualquier lado. No tenía problema en colgarse del estribo de un tren o, tirarse en los escritorios, hasta abrazarse con las madres. Todas esas situaciones fueron novedosas y ahora Cristina, dentro de dos o tres años te cuento. 

-¿Le toca guardar secretos?
-Con la cámara lo que tengo es lo que muestro. Quizás no hace falta mostrar la intimidad porque la intimidad no se puede mostrar, no se puede fotografiar, no es el objetivo ser un rompe espacios. Cuando yo obtengo la foto retrocedo y me voy.

-¿Cristina, por una cuestión de género, rompe con su estructura fotográfica? 

-Y es un desafió absoluto que uno tiene. Imaginate que venís de fotografiar hombres y te encontrás con una mujer que se sentó en el sillón de Rivadavia, la primera. ¡Qué desafío!, una nueva etapa de mi historia como fotógrafo. Una cosa es fotografiar a un hombre y otra, a una mujer. 

-Estos años marcaron un cambio tecnológico sin precedentes. -Totalmente. Yo antes en un viaje tenía que armar el laboratorio en el baño, la ampliadora en el inodoro, el bidet de cubeta. Revelaba en un ropero de la pieza, tenía que hacer la copia, trasmitir la foto en tres tonos: blanco gris y negro, por “la manisera”, una máquina de transmisión de tonos. Eso llevaba tres horas y, ahora, llevas una tarjeta, la pones en la compu y la tenés en un minuto y medio.

-¿Como se adapta a eso cambios?

-Muy bien, tengo el privilegio de ser el primer tipo que usó una digital acá a nivel profesional. Sé que el negativo y el laboratorio hablaban de una magia distinta. Que en la oscuridad aparezca la imagen en una cubeta, es la artesanía contra la tecnología. Una de las cosas que en definitiva yo no pongo en duda es que lo analógico le gana a lo digital en lo que respecta a la durabilidad. Negativos de 70 años están como el primer día y más de una vez querés abrir un archivo y no esta porque lo agarró un bichito, hay un tema ahí. En lo que respecta a la vida de la imagen.

La familia Bugge ha construído en el tiempo una sabiduría que excede al conocimiento que se puede adquirir leyendo libros o haciendo cursos. Es la genética misma la que ordena fotográficamente las imágenes. Una dinastía creativa que continúa en su descendencia.
”Mi hijo viene bien, tiene una mirada mas tranquila, es un tipo de mucha tranquilidad, lo veo que va andar bien espero que le guste la fotografía política. A mi me gustaría que siga con este camino de la fotografía oficial, que siga siendo oficial y no oficialista”.

El trabajo de Víctor Hugo Bugge constituye un aporte de sumo valor para que la memoria de nuestro pueblo se mantenga despierta y viva. Como él mismo expresa: -“Cuando realicen un juramento acuérdense de que es ella, la cámara, la que los estará mirando”.

http://24con.infonews.com/conurbano/nota/9967-El-ojo-de-la-democracia

lunes, 30 de julio de 2012

Una imagen, más que mil palabras. La foto de Víctor Bugge que quedará en la historia


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29/10/10. Muchas veces se apeló a este lugar común para rescatar el poder de la imagen. Pero esta instantánea del fotógrafo oficial de Presidencia, Víctor Bugge seguramente inmortalizará el momento íntimo de Cristina junto al féretro y será testimonio de la fortaleza de la mujer. Bugge, habló por Radio 10 y contó cómo vivió él ese momento. “Me quebré cuando estaba haciendo la foto de ella caminando al costado del cajón. Esa imagen me conmovió porque yo quería tener una foto del matrimonio

El fotógrafo oficial de Presidencia de la Nación, Víctor Bugge, habló con Radio 10 y retrató cómo vive él este momento histórico por el que está pasando Argentina y sobre todo la familia Kirchner.


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“Ayer viví uno de los peores momentos en mis 30 años acá adentro, porque todo es muy fuerte. Todos los que rodeaban a Cristina lloraban y ella fue la única que estuvo firme”, relató por Radio 10.

Contó además que a veces la cámara no sirve para poder separar la figura de Presidente de la persona. “Yo tuve momentos de quiebre porque no lo esperaba. Recuerdo todos los momentos que viví con el, desde el ‘camarazo’ antes de entrar a Casa de Gobierno, hasta que le entregó la banda presidencial a su esposa” dijo Bugge en referencia a la fecha en la que Néstor Kirchner asumió como presidente en 2003 y luego cuando entregó su mandato a su mujer, en 2007.

“Me quebré cuando estaba haciendo la foto desde arriba y ella caminaba al costado del cajón. Esa imagen me conmovió porque yo estaba necesitado de tener una foto del matrimonio. Cuando la hice y la miré, como profesional me sentí que estaba definiendo un retrato histórico”, relató Bugge.

Por último contó que las fotos de ayer de Cristina junto a Lula, Diego Maradona y Estela de Carlotto, fueron algunas de las más emotivas

Fuente: Infobae/CONtinta NORTE

LA INTIMIDAD DEL PODER EN FOTOS Y ANECDOTAS DE VICTOR BUGGE- De Videla a Kirchner

El fotógrafo presidencial, que trabaja en la Casa Rosada desde 1978, acercó a Página/12 instantáneas con datos reveladores de la historia argentina desde la dictadura militar hasta la actualidad.

“El día del helicóptero corro a la terraza y uno de los jefes de seguridad no me deja pasar. Yo quería subirme y viajar con De la Rúa, aunque sea en una hélice. Lo curioso es que al otro día vuelve a la Casa Rosada para irse por la puerta y que no parezca una huida. Pero la imagen del helicóptero ya había salido en todos los diarios del mundo. ¿Qué hizo ese día que volvió? Se puso a firmar fotos. Ahí sobre la mesa tenía la carta de renuncia, las fotos que estaba firmando y un papelito con los nombres de las personas a las que le tenía que dedicar su retrato. ¡¡¡Increíble!!!”

OLOR

“Ese día fuimos a La Tablada. Todo era confusión. Nadie sabía quiénes estaban al frente del copamiento. Tomamos un helicóptero. En un momento se dijo que nos habían baleado mientras volábamos. Pero nunca sentimos ningún tiro. Cuando llegamos hicimos una recorrida. Había un olor a muerto, un olor a carne quemada increíble. ¡¡¡Yo vi una cabeza!!! Juro que vi una cabeza. Se me salían los ojos de órbita. Se intentó hacer la “visita” de una manera protocolar, pero era imposible. Alfonsín se fue de ahí con bastante olor a muerto. Después se reunió con Caridi, que era el comandante en jefe del Ejército, y con Nosiglia. Creo que todos tardamos días en recuperarnos.”

DISTENSIÓN

“Esta foto es en Chascomús. Alfonsín estaba esperando el resultado de las elecciones del ‘87, donde el radicalismo pierde todo en la provincia de Buenos Aires. Justo había una pelota ahí, no sé de quién. Y para matizar la espera le dije: ‘presidente, ¿se anima?’. Y se animó. Creo que nunca había tocado una pelota en su vida. Pero en la foto parece un crack. Fue el único momento distendido del día, porque cuando se enteró del resultado, todo se volvió terrible. A mí Alfonsín me cayó bien. Con él descubrí realmente lo que había pasado con los milicos. Viajábamos a Europa y ellos sabían lo que había pasado mejor que nadie, con lujo de detalles. En Europa éramos tapa todo el tiempo. Fue un momento de apertura importante. Yo era joven y al Juicio a las Juntas se le dio entonces una dimensión que por ahí no se le da ahora.”

PROPAGANDA

“Ese día Videla salió de Casa de Gobierno por Balcarce 50. Nunca, pero nunca salía por ahí. Pero iba a realizar una inauguración a la vuelta, en el Museo de la Rosada. Y justo pasaba una nena con su mamá, que no entró en el cuadro. Videla se agachó y le agarró los cachetes. La foto se terminó utilizando para hacer propaganda, para hablar del cariño de Videla por los chicos. Hace unos días se comunicó conmigo la chica de la foto, que está estudiando cine. Nos vamos a encontrar. Espero que no me odie. ¿Qué pasaba entonces conmigo en la Rosada? Podría inventar cualquier cosa, quién te lo va a desmentir. Pero la verdad es que no pasaba nada: a Videla no le importaba lo que hacía.”

RONDA

“Con Rodríguez Saá entran por primera vez las Madres a la Rosada. Era la primera ronda que no se hacía en la plaza sino en despacho presidencial. Fue un día muy especial y algunos se volvieron locos, en el buen y en el mal sentido. Rodríguez Saá manejó muy bien los espacios para que trascienda su actividad. No sé si me explico.”

SIEMPRE CERCA

“Duhalde y Chiche querían estar solos. Había quedado la puerta entreabierta. Y le saqué al espejo que se veía desde la hendija. Chiche siempre estaba cerca. Duhalde no laburaba para la foto. Había mucha puerta cerrada en el duhaldismo, mucha rosca.”

BOOMERANG

“Lopérfido lo convenció a De la Rúa de ir de Tinelli. Creía que era la mejor manera de invertir la carga negativa que tenía esa imitación en su persona. Y pasó lo del pibe de HIJOS, y después los gaffes. Resultó un boomerang. De la Rúa no lo pudo digerir y ahora acusa ridículamente a Tinelli de haber influido en su caída.”

DESCARGA

“Este es un viaje en Tucumán. Hicimos 18 kilómetros y lo único que veíamos era hambre, miseria, casa de cartón, olores terribles, perros, armas, chicos descalzos, sin dientes. Kirchner quedó conmovido. El es un tipo que va en un auto a toda velocidad. Esa es la imagen. Parece estar todo el tiempo contenido y cuando ve gente, descarga. Se tira adentro de la gente sin medir nada."

HIPOCRESÍA

“Esta foto fue tiempo después de la renuncia de Chacho. Es la representación más genuina de la hipocresía. Ninguno toleraba al otro. Y ahí estaban, cagándose de risa, como si fueran hermanos. Chacho quería volver. Quería ser jefe de Gabinete. Y por eso la sonrisa. Esa sonrisa de los políticos. Increíble ¿no?”

HISTORIA

“Este fue un viaje a Uruguay, para la asunción de Jorge Batlle. De la Rúa, como presidente, invitó a Alfonsín y a Menem. Es realmente una foto de las que va a quedar en la historia. En 20 años va a ser lo mismo que haber juntado a Yrigoyen, Perón y Frondizi. Son los tres presidentes elegidos por el pueblo. Ahí los tres me estaban reputeando por fotos que había tomado en sus respectivos gobiernos. Como el vino, la foto va a tener más valor con el paso del tiempo.”

EL QUINTO STONES

“Menem esperó a los Rolling Stones en Olivos con un traje amarillo. Lo había asesorado Ramón Hernández. Cuando apareció Jagger, Menem, canchero, le dijo ‘Hola Nick’, en vez de Mick. Pero todo bien: los muchachos se comieron toda la pizza y se tomaron todo el champagne. Los tipos invadieron Olivos y Menem peló los Cohiba que le mandaba Fidel Castro. Estaban ahí todos fumando. Fue una fiesta bien Stones. La gente decía que era el quinto Stones.” “Lo de Charly fue terrible. Cuando se puso a tocar Los Dinosaurios, a mí se me aparecieron las imágenes de Videla y Galtieri. Menem lo vivió como una fiesta. Para mí fue un día de terror. La visita de Diego también fue fuerte. Recuerdo que después de apoyar la sien sobre la de Menem, me dice: ‘Víctor, sacame una foto así, porque con el único que yo me saco una foto así es con mi viejo’. Nos conmovió.”

FASO

“Esta foto fue el día en que se conocieron los indultos. El no los anuncia formalmente, pero comienza a correr la información. Menem estaba en Córdoba y había armado un acto, como si nada hubiera pasado. Pero ese día estaba llamativamente desprolijo, con el pelo llovido sobre la frente. Recuerdo que en aquel acto se sentó y prendió un faso, como quien no quiere la cosa. Prácticamente nunca se había mostrado en público fumando, a no ser un habano. Fue un día muy especial. Menem no fumaba muchos cigarrillos. Lo hacía de vez en cuando, y en momentos especiales. Y generalmente los pedía porque nunca los tenía a mano. Sin duda ése fue el faso del indulto. Representaba un estado de ánimo.”

Fuente:http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-30768-2004-01-25.html
 

Víctor Bugge el "presidente" de los fotógrafos

El fotógrafo argentino de la Presidencia de Gobierno Víctor Bugge ha realizado una de las fotografías más estremecedoas del velatorio de ex presidente Néstor Kirchner
BUENOS AIRES:- El fotógrafo argentino Víctor Bugge, lleva treinta años siendo el fotógrafo de los presidentes argentinos. Nadie como el atesora en los archivos gráficos los avatares de una Argentina 'golpeada' una y mil veces.

Pero Victor a quien conozco y con quien compartí muchos años de trabajo en la conocida ‘Casa Rosada’, lo que sería la Moncloa argentina, es además una muy buena persona, hecho a si mismo, de perfil bajo y muy conocedor de su oficio.Víctor Bugge es otra vez noticia, pues acaba de realizar una de las mejores fotografías en el velatorio del recientemente fallecido ex presidente Néstor Kirchner.
Una escena estremecedora de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de pié caminando alrededor del cajón. No se ve nada más , la presidenta y el cajón que sintetiza la soledad ante el  enorme dolor,  pero también una presidenta atenta -aún en los peores momentos- de todos los detalles , como lo demostró con gran entereza a lo largo del velatorio en Buenos Aires y en Río Gallegos (Patagonia argentina).
 
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La presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el velatorio vista por Victo Bugge


"Me quebré cuando estaba haciendo la foto desde arriba y ella caminaba al costado del cajón. Esa imagen me conmovió porque yo estaba necesitado de tener una foto del matrimonio. Cuando la hice y la miré, como profesional me sentí que estaba definiendo un retrato histórico", relató Bugge.
Contó además que a veces la cámara no sirve para poder separar la figura de Presidente de la persona. "Yo tuve momentos de quiebre porque no esperaba un desenlace tan fulminante” La fotografía es de tal calidad testimonial que ha sido portada de los principales periódicos nacionales e internacionales.Es tal vez la fotografía que me hubiese gustado hacer.

Seguramente el lunes o el martes cuando la presidenta retome sus tareas, allí estará nuevamente Victor Bugge para reflejar en primera línea una vez más la intensa actividad presidencial.  Que así sea.

Fuente: http://www.iberarte.com/index.php/201010315156/artes-plasticas/fotografia/vor-bugge-el-qpresidenteq-de-los-fotfos.html

Aunque no lo veamos

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El día después de la muerte de Raúl Alfonsín, Crítica ilustró su tapa con una foto retocada. La foto original fue tomada en 1989 por el fotógrafo presidencial Víctor Bugge y aparecían Menem y Alfonsín, caminando por los jardines de la quinta de Olivos. Allí hablaron sobre el adelantamiento del traspaso del poder. Hace algunos años entrevisté a Bugge. Recuerdo que esa foto le encantaba y la elegía entre sus mejores. Recuerdo también que le llamaba la atención la pose de Menem (erguido, con entusiasmo y ganas, canchero con  una mano en el bolsillo) en contraposición a la postura de Alfonsín, encorvado, derrotado y con las manos atrás. “Así caminan los presos por los pasillos de la cárcel”, me dijo Bugge una tarde en el sótano de la Casa Rosada, mientras arriba, en el Salón Blanco, hablaba el venezolano Chávez.
Crítica borró a Menem y la alteración provocó el repudio de la Asociación de Reporteros Gráficos Argentinos (ARGRA), que dice que no se le pidió autorización a Bugge para retocar esa foto. Además, dicen que hay un delito y una “barbaridad periodística”, ya que no se le informó al lector que esa foto había sido modificada digitalmente.
El comunicado completo de ARGRA:
El día 1 de abril, el diario Crítica publicó en tapa una foto icónica de Alfonsín y Menem. Lástima que Menem no estaba. Nadie lo echa de menos, es cierto, pero la cuestión es otra. La foto, de nuestro colega Víctor Bugge, fue intervenida alterando su contenido en desmedro de una imagen (la original) que es parte de nuestra memoria social y que remite al final del gobierno de Alfonsín. El problema no es si la alteración “sirve” a los fines de ilustrar la muerte del protagonista. El problema, otra vez, es que nadie en el diario Crítica consideró relevante consultar al autor o avisar al lector desprevenido de la maniobra realizada. Lo que hicieron no sólo está reñido con la más elemental ética periodística. Es un delito. Previsto y tipificado en la ley 11723 de derechos de autor. Víctor Bugge es, justamente, el autor de la fotografía y titular de sus derechos, y por lo tanto, la única persona que puede autorizar la modificación de la imagen. El lector debe saber que la imagen fue modificada y con qué fines. Las leyes están, hasta donde alcanzamos a entender, para ser cumplidas. ARGRA no sólo repudia la barbaridad periodística cometida y el delito perpretado. Además denunciará ante los foros que correspondan la maniobra que, es doloroso reconocerlo, seguramente ha sido llevada adelante o consentida por colegas periodistas.
ARGRA recuerda que el desmedro de una imagen icónica, es en perjuicio de la memoria visual colectiva de nuestra Historia,  la que construimos diariamente con nuestro trabajo.
Exhortamos a los medios, y a quienes trabajan en ellos, a respetar nuestro trabajo, y las leyes imperativas que lo regulan y resguardan.

Fuente: http://www.eblog.com.ar/5956/aunque-no-lo-veamos/

Sólo para presidentes

Hace más de 30 años que Víctor Bugge es el fotógrafo de los presidentes argentinos, una profesión a la que le dedica su vida. El resultado de su trabajo es el relato histórico en imágenes.



“No puedo elegir una foto, lo mío es un relato”, dice el fotógrafo presidencial Víctor Bugge. El relato de la historia argentina que escribe desde 1978 con imágenes “oficiales pero no oficialistas”, como le gusta decir, y que repasa en diálogo con La Voz del Interior
Presidenta caminando alrededor del féretro de su marido, una de las imágenes del velatorio de Néstor Kirchner que más tapas ocupó en los medios locales y que más se difundió por el mundo.
Único reportero gráfico autorizado en el velorio, Bugge habla de su responsabilidad en ese momento: “Estaban todos los medios esperando y había que sacar la primera foto. Al entrar en el Salón de los Patriotas sentí que lo único que iba a hacer ruido ahí era mi cámara, pero me relajé un poco cuando obturé y noté que no pasaba nada. Mi idea era mostrar al matrimonio, lo que siempre vi más allá de la pareja, al matrimonio político”. Idea que logró plasmar cuando la Presidenta regresó de saludar a una mujer que la había llamado. “Me impresioné al ver la foto en la cámara digital. Yo quería juntarlos y lo logré”.
En la Casa de Gobierno, Bugge nos recibe en su oficina, a la que se llega por escaleras estrechas. Es un espacio con aires de buhardilla bohemia, las paredes tapizadas, por supuesto, de fotos. En medio de la charla, el hombre que se niega, risueño, a elegir una foto preferida, porque lo suyo es un relato, y “para que no se pongan celosas las otras”, señala dos imágenes emblemáticas: “Mira ésa del año ’89: Menem, espalda erguida, una mano en el bolsillo, camina por Olivos junto a Alfonsín, las manos entrelazadas en la espalda algo encorvada, cuando acordaron el traspaso adelantado del poder. Y mira la otra (la de Cristina en el velatorio). 21 años después logro esta foto que define otro momento terrible de la Argentina”. Y que define también su mirada entrenada, acotamos.
“Y respetuosa”, responde, y volverá a decirlo. Esa mirada que aprendió a ejercitar a pura práctica, cuando su padre Miguel, fotógrafo y fallecido hace unos meses, le colgó una cámara al cuello: “¿Querés ser fotógrafo? Andá, saca”, le dijo.
Bugge se entusiasma al recordar sus inicios y a sus maestros, a quienes les antepone el “don” para nombrarlos. Por respeto, claro, por admiración.
–Empecé de la mano de papá, que era fotógrafo del diario La Nación . Ahí, en el viejo edificio de la calle San Martín, tuve la suerte de conocer a Don Juan Di Sandro, que fue y es, pese a que ya no está, uno de los grandes maestros de la fotografía argentina; las fotos que sacó él son irremplazables. Y colaboré para el diario en 1978, haciendo los festejos del Mundial. Ese mismo año entré en la Casa de Gobierno, estando Videla de presidente.
–¿Cómo llegó allí?
–Por don Higinio González, que había sido compañero de papá en La Nación , y autor de la foto de Videla, Massera y Agosti gritando el gol en la cancha de River, una foto impresionante.
Pero a los 20 años se aburrió rápido de la actividad protocolar y pidió una licencia sin goce de sueldo. “Fui a colaborar a la Editorial Atlántida, y ahí descubrí fotógrafos que se destacaban en deportes, en modas u otros temas. Entonces, pensé en volver a la Casa de Gobierno y dedicarme a la fotografía política, que todavía no estaba muy definida, porque lo que se hacía, sin desmerecer a nadie, era más que nada corte de cinta”.
“Faltaba la gente”
Llegó, entonces, la imagen que le señaló el camino que buscaba, con la que empezó su relato.
“Fue la foto que logré sacarle a Videla en la soledad del despacho presidencial, una foto no menor para la época porque no era fácil hacer ruiditos en el despacho. Quizá nunca sea fácil molestar a un presidente en la intimidad del despacho. Pero ni bien la revelo me doy cuenta de que era el estilo que quería hacer. Y así empecé, hasta hoy, tratando, primero, de que no sea la fotografía oficialista y, segundo, de mostrar a los presidentes como son: personas de carne y hueso”.
–¿Cómo era el ambiente en la Casa Rosada durante el Proceso? –Todo era sumamente protocolar y querer encontrar acá las situaciones que vivimos después era muy difícil. Nuestra actividad se limitaba a ir cuando nos llamaban, cubrir la actividad, copiar la foto y mandarla a los medios.
En la sucesión de presidentes de facto, la memoria de Bugge se detiene sobre dos fotos. “La asunción de Viola. Era la transmisión de mando y él estaba solo, faltaba la gente. Claro, uno con el tiempo compara y con la vuelta de la democracia se hizo evidente la ausencia de gran parte de la sociedad en aquella época; pero yo la sentí al sacar esa foto. Otra que recuerdo, durante Malvinas, es la de Galtieri en el balcón frente a la plaza llena, sintiéndose quizá Perón, o vaya a saber quién.”
Los pasillos vacíos en la Casa de Gobierno es otro recuerdo que guarda como foto de aquellos años grises, cuando el gobierno trataba de ocultar el terrorismo de Estado entre gritos de goles mundiales y calcomanías que proclamaban: “Los argentinos somos derechos y humanos”.
Del saco azul a la falda
Para un hombre que piensa constantemente en imágenes, el golpe de timón que impulsó el regreso de las urnas aparece en una imagen rotunda: “La foto es el 10 diciembre de 1983, Raúl Alfonsín en el balcón del Cabildo. Hasta ahora no hay otra que la reemplace”, se ufana.
Con gestos que se expanden al acompañar las palabras, Bugge remarca el contraste de estilos con su sucesor. “Alfonsín era un hombre de saco azul y pantalón gris, Menem se puso un traje amarillo para recibir a los Rolling Stones, que vinieron con saco azul y pantalón gris”.
La cámara de Bugge tuvo para entretenerse: “Menem fue un generador permanente de imágenes, desde el cabecita famoso con Pelé en el despacho, a las fotos con Maradona, los Rolling Stones...”. De esos años también es la primera foto que sacó a un presidente llorando, cuando ocurrió la muerte de Carlitos Menem.
Y de un cruzarse constantemente con artistas, empresarios y deportistas, los pasillos de la Casa Rosada empezaron a despejarse con De la Rúa, quien tras ver las fotos de llegada y de partida de Alfonsín, lo llamó apenas asumió. “¿Cómo se envejece acá?”, le preguntó a un sorprendido Bugge. Mantuvieron una relación compleja. “Él no entendía mis fotos, pero el último día, el 20 de diciembre, tuvo un gesto de reconocimiento impresionante a mi trabajo cuando me dijo: ‘Vení, vamos a hacer la última’, que fue la imagen famosa de él partiendo.”
A lo largo de una de las paredes de la oficina-buhardilla, una secuencia de fotos muestra la tempestad política, la seguidilla de presidentes a fines de 2001. De la Rúa, Puerta, Rodríguez Saá, Camaño y Duhalde, todos parados, junto al sillón de Rivadavia. “Alguno ni se llegó a sentar”, dice. Y al tiempo que destaca, en contraste con De la Rúa, la hiperactividad de Rodríguez Saá, recuerda a Duhalde como “el que empezó a traer la tranquilidad política”.
Enseguida, una anécdota elocuente con el entonces titular de la Cámara de Diputados: “Ese 31 de diciembre eran como las 10 de la noche cuando me llama un colaborador de Camaño para avisarme que venía. ‘Bueno’, le dije, ‘pero decile que nos tenemos que ir a comer, que es fin de año’. Y se lo dijo, y yo no sabía adónde meterme. Al fin, Camaño estuvo un rato mirando los cajones del escritorio, encontró una virgencita,la dejó ahí y se fue. Y nos pudimos ir todos a pasar el fin de año a casa”.
Bugge se pasa, de nuevo, una mano por la cara, y sigue con el relato: “La primera foto impresionante de Kirchner fue cuando le lastimaron la frente con una cámara, y de ahí en más todo lo que se te pueda ocurrir. Kirchner rompió el protocolo absolutamente, sobre todo por el contacto con la gente. No vi a ningún presidente hacer lo que hizo él, de tirarse de un escenario, de abrir la puerta del despacho a los chicos de los colegios y decirles ‘Siéntense a gobernar que yo me voy a Olivos’. Tuvo un trato con la gente diferente a todos, un contacto cuerpo a cuerpo”.
–Y después, el desafío de fotografiar a una mujer.

–Y sí, porque ¿qué pasa si le sacás una foto a tu hija y sale mal (se ríe)?, pero Cristina fotografía muy bien. No me gusta proponerle fotos a los presidentes, pero el día que asumió le pedí que se sentara en el sillón con los atributos. Esa fue mi primera foto interesante de ella, después de la foto que el marido le entrega los atributos, que era toda una novedad.
Y cuenta que Cristina reconoce su tarea. “Hay imágenes y fotografías que son más fuertes que mil palabras”, dijo la Presidenta, emocionada, cuando en la última cumbre iberoamericana le regaló al presidente brasileño una obra de arte inspirada en una foto de Bugge, que muestra a Néstor Kirchner y a Lula unidos en un abrazo. “Un reconocimiento inolvidable”, asegura.
El paso del hombre
Fuera de la Casa de Gobierno y dentro de la desparecida cárcel de Caseros, la cámara de Bugge escribió una página aparte. Acaso marcado por el legado de su padre, el fotógrafo de los presidentes fue en busca de otro legado en el edificio vacío para reconstruir otra historia. Un eco de aquellos días suena en el tono de su voz. “Quería ver qué había dejado el paso del hombre. Fue una experiencia muy fuerte la soledad de la cárcel. Había una energía que me hacía doler el cuerpo cada vez que entraba. Saqué 6.000 fotos de lo que estaba escrito en las paredes, y de grandes dibujos, obras de arte. Lamenté muchísimo que la tiraran abajo porque habría sido un museo impresionante del paso del hombre”.
Con cuatro hijos, Bugge se ilusiona con Víctor, que continúa la tradición familiar iniciada por el abuelo Miguel y que sigue sus pasos en la Rosada. “Es el que va a heredar mi cámara”.
–¿Qué hace en su tiempo libre?
–Estoy acá (ríe).
–Entonces nada de deportes ni de pasatiempos.
–Cocino bien, pero nada más. Es que estoy todo el día pensando en la fotografía, en generar imágenes, todo lo veo a través de una cámara. Por ahí se me volaron algunos pajaritos (se ríe), pero esta profesión es así.
Como a los presidentes, como a las paredes de Caseros con sus huellas humanas, Bugge busca personas con su cámara. “Me gusta fotografiar a la gente, pero con respeto. Una vez miraba a un fotógrafo sacando fotos a una persona comiendo de la basura, que se iba contento como si hubiese cazado una presa, y le pregunté por qué antes no se acercó a hablarle al hombre. Yo también me encontré con gente en estado de promiscuidad y eran tipos que habían leído más que cualquier profesor de literatura, y eso me marcó mucho. Uno no puede agredir con una cámara más de lo que el sistema o la vida agredieron al tipo, porque hay que estar comiendo ahí. Eso de ir de caza yo no lo acepto como profesional”.
–Además de lo que aprendió con sus maestros, ¿qué le enseñó la fotografía en estos años? Bugge vuelve a pasarse una mano por su cara, se queda pensando:
–Me enseñó a vivir, a respetar al otro. Detrás de la cámara debe haber alguien respetuoso.
“Esta es mi vida”
A los 54 años y con más de 30 de profesión, la carrera de Bugge puede compararse con la del fotógrafo papal Arturo Mari, que trabajó cerca de 50 años en el Vaticano y con la de Santiago Borja, fotógrafo de la familia real española desde hace más de 30. “Pero no hay antecedentes en el mundo de un fotógrafo presidencial durante tantos años”, dice Bugge. Y por eso, en el futuro se vislumbra tratando de organizar su obra, su experiencia. “Los muchachos jóvenes, los estudiantes, me piden muchos consejos; entonces la idea es buscar un lugar para compartir tantos años de trabajo. Muchos me dicen que estoy en una posición privilegiada, ¡pero es una posición que exige mucho más!”.
–¿Cómo es su relación con los presidentes?
–Cordial. Hablo más con ellos cuando se van, porque mientras están en función una relación de amistad puede inhibirme como profesional. Trato de hacer mi trabajo sin hablar, de hablar con la cámara.
–¿Alguna vez pensó en irse de acá?
–Tuve momentos de duda, pero adónde voy a ir. Pasé aquí más de la mitad de mi vida, esto es mi vida. Yo amo lo que hago, soy un fanático de mi trabajo. Sí, me gustaría tener un lugar para mostrar mi trabajo de manera continua.
–Porque ha expuesto varias veces.
–Por casi todo el país. Al principio creí que a la gente no le gustaría ver fotos de políticos, pero debo tener más de 20 firmas de los visitantes y son todos elogios. La posibilidad de recordar, de ver todo lo que pasó, la gente la agradece mucho.
–¿Y alguna vez pensó que se iba por decisión de otro?
-Y... sí. Cuando llegaron los radicales creían que yo era del Proceso; los peronistas, que era radical; hasta que se van dando cuenta de que yo no soy político, que hago fotos. Aparte, soy un agradecido a los medios porque todo el arco ideológico del periodismo valora mi material.
Sé que en algunos momentos paran las rotativas esperando las fotos de Presidencia, y eso me hace bien, me da energía para rato. En la administración pública podés cobrar el sueldo y desarrollar tu actividad, pero además podés agregarle valor con el cariño y las ganas que le ponés a la profesión. Y es lo que trato de hacer, se lo deberé a mi papá, a mis maestros.
Alejado completamente del Photoshop, que dejará para divertirse cuando se jubile, Bugge elogia la digitalización, la foto al instante. “Pero me preocupa la durabilidad de las imágenes porque los archivos se van perdiendo. Otro problema es el abuso que permite la cámara digital, porque la fotografía siempre es una, no son dos ni 10, es una.” Del tiempo de la fotografía analógica resalta los viajes, cuando “tenía que armar la cubeta en el baño; en el inodoro, la ampliadora; en el bidé, el revelador; oscurecer los vidrios, revelar dentro de un ropero. Ahora sacás la tarjeta, la ponés en la computadora y en cinco minutos tenés la fotos para mandar”.

Fuente:  http://www.lavoz.com.ar/suplementos/temas/solo-para-presidentes#